La palabra santuario evoca en nuestra imaginación un especial lugar de paz y encuentro con Dios, donde se concentran pedidos para la familia o por la salud, pero también para dar gracias por beneficios inmerecidos.
Aquellos fieles que visitan en Esquipulas su basílica y el Cristo, sienten a flor de piel la bendición del lugar. Es como otro país, otra clave, un lenguaje sobrenatural sin duda.
Cada año, de diversas procedencias del territorio nacional, centenas de peregrinos participantes del Apostolado del Oratorio María Reina de los Corazones se arrodillan frente a la bendecida y milagrosa imagen del Cristo Negro de Esquipulas. Saben que nunca serán defraudados en sus ruegos hechos con confianza.Una vez más
Acompañados de la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de Fátima, devoción y esperanza se nutrieron una vez más en la reciente caminata desde el mirador hasta el templo. Bajo un ardiente sol, los cantos marianos y el Santo Rosario fueron de rigor. Al final, entrando a la basílica, llegó el momento por todos esperado, el encuentro de María Santísima con su hijo Jesús.
Con la Santa Misa, se consumó de nuevo cuanta fe y tributo popular hace merecer del lugar el título de “capital centroamericana de la fe”.